Braden quedó anonadado. Se levantó y se marchó sin despedirse.
La guerra estaba declarada. Braden continuó organizando la oposición y comenzó a realizar giras por el interior del país, como si fuera su candidatura. Su culminación proselitista finalizó con su participación en la Marcha de la Constitución y la Libertad del 19 de setiembre en las cercanías de la Plaza Francia. Horas después partiría hacia Estados Unidos para ser nombrado Secretario Adjunto de Asuntos Latinoamericanos. El gobierno sintió un gran alivio con la partida del ex embajador. Pero todavía faltaba el último caPerón leyó por primera vez su discurso y expuso con claridad todo el eje de su propuesta de gobierno:
pítulo de su intromisión en los asuntos internos del país.
El Departamento de Estado empezó a elaborar, a pedido de Braden, un documento que contenía ‘pruebas irrefutables’ de la vinculación del régimen militar con el nazismo. Durante todo enero los diarios argentinos insinuaron que el gobierno de Estados Unidos emitiría un documento que pondría en jaque al régimen militar y hablaban de una posible intervención militar de los Estados Unidos.
La intervención no se concretó pero el 11 de febrero el Departamento de Estado publicó un documento titulado "Consulta entre las repúblicas americanas respecto de la situación argentina", conocido popularmente como Libro Azul. Las fuerzas vivas desbordaron de alegría. Los diarios publicaron durante tres días el texto completo y toda la Unión Democrática hizo suyas las acusaciones de Braden.
Al conocerse el Libro Azul se notó preocupación en los rostros de quienes rodeaban a Perón. El documento del Departamento de Estado podía perjudicar los resultados de las elecciones del 24 de febrero. Pero el coronel estaba alegre y sólo se concentró en la redacción del discurso que en la noche del 12 de febrero daría en la proclamación de la fórmula Perón-Quijano. El acto se realizó en la avenida 9 de Julio frente a la Plaza de la República. A las 18 horas, el pueblo trabajador había convertido a la concentración en la más espectacular de todas. Miles de personas esperaban a su líder.
Perón leyó por primera vez su discurso y expuso con claridad todo el eje de su propuesta de gobierno:
"Llego a vuestra presencia con la emoción que me produce sentirme confundido entre este mar humano de conciencias honradas; de estas conciencias de criollos auténticos que no se doblan frente a las adversidades, prefieren morir de hambre antes que comer el amargo pan de la traición. (...)
Porque hemos venido a terminar con una moral social que permitía que los trabajadores tuviesen para comer sólo lo que se les diera por voluntad patronal y no por deber impuesto por la justicia distributiva, se acusa a nuestro movimiento de ser enemigo de la libertad. (...)
https://elbauldeabel.blogspot.com/2018/01/esto-no-lo-invento-el-peronismo.html
Parecía un discurso más. Pero no era así. Había dejado lo más importante para el final.
"He dicho que el contubernio oligárquicocomunista no quiere elecciones; he dicho y lo repito, que el contubernio trae armas de contrabando. Rechazo que en mis declaraciones exista imputación alguna de contrabando a la Embajada de Estados Unidos. Reitero, en cambio, con toda energía, que esa representación diplomática o mas exactamente el señor Braden, se halla complicado en el contubernio. Y más aun ¡denuncio al pueblo de mi Patria que el señor Spruille Braden es el inspirador, creador, organizador y jefe verdadero de la Unión Democrática!
"Si por un designio fatal del destino triunfaran las fuerzas regresivas de la oposición, organizadas, alentadas y dirigidas por Spruille Braden, será una terrible realidad para los trabajadores argentinos la situación de angustia, miseria y oprobio que el mencionado embajador pretendió imponer, sin éxito, al pueblo cubano. En consecuencia, sepan quienes voten por la fórmula del contubernio oligárquico-comunista que, con este acto entregan, sencillamente, su voto al Sr. Braden. La disyuntiva en esta hora trascendental es ésta: ¡O Braden o Perón! Por eso, glosando la inmortal frase de Roque Sáenz Peña, digo: Sepa el pueblo votar".
Al finalizar el discurso estalló un aplauso cerrado y profundo en toda la multitud. Esa misma noche se llenaron los paredones de Buenos Aires con una nueva leyenda que definiría la elección: Braden o Perón.
Doce días después, Perón ganó las elecciones por 300 mil votos (1.527.231 contra 1.207.155 de la Unión Democrática). Había triunfado en Capital Federal, Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Tucumán, Santiago del Estero, Mendoza, La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy y solo perdió en Córdoba, Corrientes, San Juan y San Luis.
Hoy, setenta años después, el peronismo sigue vivo entre la gente. Se perdieron las elecciones el año pasado pero las consigna, aunque tenga nombres diferentes, es la misma: peronismo o corporaciones.